miércoles, 3 de mayo de 2017

Censura



La lucha por los derechos se sitúa, actualmente, en el centro neurálgico de las demandas sociales. Alrededor del derecho a tener derecho se cohesionan voluntades organizadas en asociaciones, - “la unión hace la fuerza” -, en defensa de causas de lo más diversas.

Por eso, llama tanto la atención lo que sucede con ese valor democrático fundamental que se denomina: “libertad de expresión”. La tan encumbrada “libertad de expresión” se esgrime a la primera oportunidad. Resulta al final bastante maltratada, la verdad. Se la somete con frecuencia a formas de vigilancia medidas, ¡cómo no!, con la vara de lo “políticamente correcto”. Es decir, con la norma. Un sentir o un sentido, común a todos. La ley y la justicia se ponen en juego como si realmente su función fuera la de encarnar una instancia que puede garantizar el sentir común. 

Para “no herir sensibilidades y sentimientos”, por un supuesto respeto al otro, la toma de palabra, la transgresión y el humor se sancionan y acaban en los tribunales que exigen actos de contrición, de arrepentimiento, absurdos pedidos de perdón. 

En nombre de la sensibilidad del semejante, - ¡oh, los yoes y el narcisismo de las pequeñas diferencias! -, en nombre de tal o cual símbolo o insignia se coarta la libertad de enunciación; en otras palabras se reprime con fuerza. La plaza pública parece estar prohibida a lo que viene a perforar los discursos establecidos. 

Evitemos en lo posible lo traumático, ese parece ser el mensaje. 

Pero, si el humor no hiere sensibilidades, ¿qué humor es ese? 
Si el arte no es transgresor, ¿qué arte es ese?¿Tiene algún sentido que algo pueda ser aceptado por todos? ¿Tiene ese “todos” un sentido?, preguntaba Lacan.

La censura ha vuelto con fuerza. 

La censura tiene una intención: coartar la palabra para ejercer el control social. Pero, la palabra es del sujeto y si éste se borrara de la enunciación se borraría al mismo tiempo su deseo. 

Quedaría, paradójicamente, despojado de su derecho a pensar libremente. Y eso de pensar libremente no sigue nunca las reglas de juego. 

Shula Eldar


 

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